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1/14/2005

DE ENVIDIA Y OTROS VICIOS

La envidia: Ese sentimiento tan despreciable y a la vez inevitable. Envidiamos al que le han tocado los ciegos cuando nosotros ni siquiera jugamos, al que tiene una novia que es más interesante que la nuestra, al que lleva un deportivo descapotable mientras continuamos explotando nuestro vetusto utilitario.... Y también , como no, envidiamos a quién vive sin pegar golpe.
Y entonces reflexiono sobre si hay un tipo de envidia aplicable a cada situación, a cada modus vivendi, a cada cerebro. A cada persona en definitiva.
También me pregunto que hay detrás de un sentimiento de envidia. Simplemente un deseo, un anhelo, o quizás una fustración. Un jodido trauma aún por dilapidar. A veces pienso que la lobotomia debería ser de obligado cumplimiento, como el servicio militar de antaño. Reiniciar el cerebro, centrifugarlo y tenderlo en el patio al sol, como los calzoncillos. Sería la única manera de acabar con este defectillo tan (in)humano.
De momento, y a la espera de la ansiada lobotomia, seguiré envidiando a la vecina del quinto, aquella que cada noche recluta un inquilino distinto, mientras yo, solitario y llorón, me masturbo y ahúllo desconsoladamente.
¡Auhhhhhhhhhhhhhhhhh!

1 comentario:

Cemento dijo...

La envidia no es un sentimiento tan despreciable cuando cambiamos su rumbo y lo reconducimos para nuestro beneficio. Es como aquella máxima: "Odio bien dirigido, es odio positivo". Si en vez de afligirnos, tornamos la frustración en superación, siempre avanzamos hasta superar ese anhelo, que a priori, se nos pueda antojar inalcanzable.