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5/22/2011

REFLEXIÓN TODO A CIEN


Somos funambulistas en la montaña rusa de nuestra propia existencia. Es esta una reflexión todo a cien después de casi cinco meses de silencio administrativo. Lamento no ser más original pero las musas están jugando al mus, a la brisca, al kiriki, al teto o vaya usted a saber.

Y si hoy rompo este silencio es únicamente para confirmar que sigo vivito y coleando. Para gritar a los cuatro vientos que seguiremos siendo funambulistas mientras no nos den la patada en el culo en este circo vital tan rancio y desahuciado. Dándolo todo por las cosas que creemos que valen la pena, dejándonos los arrestos por estar donde hay que estar, por hacer lo que nos dicte nuestro repateado corazón. No intenten envenenarnos ni quitarnos nuestra esperanza e ilusión, no entraremos en ese juego.

Merece la pena este circo solo por y para aquellos que creen en la capacidad de sorpresa, en la posibilidad de reinventarse cada día, de salir del huevo del egocentrismo y declararse débil, desprotegido e indefenso ante las vicisitudes que nos golpean las espinillas a diario. No me ha servido para nada vivir con miedo y retroalimentando mi autodestrucción sistemáticamente. No es el camino para llegar a buen puerto, hace años que me di cuenta de ello. Ahora tengo mis momentos bajos, como todo bicho viviente, pero no dejo que pasen de ahí sino es por un motivo justificado y trascendente. De lo contrario, como dijo Oliverio Girondo, “pierden el tiempo conmigo”

Y hay una frase antológica que escuché un día en una película española del no menos antológico cineasta Alex de la Iglesia. La frase en cuestión decía así:
“En la vida hay momentos jodidos, pero jodidos de verdad. Muchos más de los que tú te puedes imaginar. Eso no hay Dios que te lo quite. Hay que aprovechar los intervalos entre putada y putada. No divertirse cuando uno puede es el peor pecado que existe en este mundo”.

Pues eso, ¿qué quién soy yo para rebatir este gran axioma?. De momento seguiré divirtiéndome entre desgracia y desgracia. No se molesten en intentar hacerme cambiar, no acepto chantajes emocionales.