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3/18/2008

LINEA 5







Fue un amor efímero, como un cigarrillo que se consume en unos labios viciados de nicotina. Ella se subió en Sagrada Familia, Línea 5, yo me apeé en Badal. Fueron siete paradas y diez minutos y medio de amor en plenitud.
Tenía la tez morena y una larga melena ondulada moldeada por espuma fijadora. Probablemente se llamaba Silvia, digamos que era así. El vagón estaba a tutiplé y entre Silvia y yo no habría menos de doce o trece personas, incluyendo tres paquistaníes, dos adolescentes ecuatorianos, una familia oriental al completo y un marroquí desarrapado. Su mirada era encantadora y misteriosa a la vez. Aquellas pupilas grandes y oscuras se clavaron como dos yagas envenenadas en mis retinas, y quedé sumido en un letargo eterno que duró diez minutos y medio.
Era mi historia de amor, intensa y cierta, plena de sentimientos y sensaciones a flor de piel. Como el sueño de una noche de verano, donde visitamos países exóticos, compartimos un sinfín de rojizos crepúsculos y de noches de escandaloso amor, desparramando besos y sentidas caricias por avenidas y plazas, hasta rozar con la yema de los dedos la panacea de la perseguida felicidad.
Cuando nos interrumpió la maldita voz en off del metro que farfulló aquello de “Propera parada Badal” nuestro amor era tan intenso que parecía que llevásemos toda una vida juntos.
Y aquella tarde aprendí que el amor no se mide por el tiempo ni por los recuerdos, que sólo es un fugaz pero intenso viento frío que nos pega en la cara dejándonos para siempre una gran muesca en el alma.
No dejé de mirar a Silvia hasta que perdí por completo de vista el último vagón, y en la soledad del andén, y en la quietud de las cosas que me rodeaban, sentí una sensación de ahogo en el pecho que sólo sació un llanto desesperado.
Una vez acumulé fuerzas suficientes me dirigí lentamente y arrastrando los píes hacia la salida. Toda mi ropa olía a ella, a su embriagador perfume, atesorando el sabor perpetuo de sus besos en el paladar. Vencido por el cansancio Morfeo me engañó más de una luna y desperté de otro sueño que aunque no fue tan bonito si que fue reparador.
Ahora vuelvo a estar preparado para nuevas aventuras, si me queréis encontrar buscadme en la Línea 5, entre Badal y Sagrada Familia (o viceversa).

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