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2/13/2005

De máscaras y enigmas.

Entre el placer y el dolor habita todo lo demás. Parece mentira que en tan minúsculo espacio vital quepan infinidad de sentimientos tan dispares. ¿Nunca os habéis parado a pensar que sería del uno sin el otro? Es imposible encontrar dos polos supuestamente tan opuestos que en la realidad estén tan juntitos. Es filosofía japonesa la que nos enseña que no hay placer sin dolor, al igual que no hay tristeza que no ayude a comprender y valorar la alegría, ni llanto que dure cien años sin acabar en sonora carcajada. Puede llegar a ser desquiciante si nos paramos a pensar en ello detenidamente. Es como un chicle que se estira y se estira pero no termina de romperse, entonces las sensaciones se polarizan aún más, el placer es más placer y el dolor mucho más dolor. Y es ahí, entre el inmenso dolor que atenaza el pecho y el desbordante exceso de un placer sin medida, donde se encuentra desperdigado todo lo demás. Son los esputos del alma, la morralla, lo rutinario, lo inmediato, las cenizas de un fuego que fue incandescente convertido en desangelado rescoldo.
Yo siempre he expresado mi profundo desprecio por los extremos, los radicalismos nunca fueron conmigo, y entre los tres bancos del parque siempre escogí el de en medio. Pero me pregunto (y me jode) si en el tema de amar y ser amado es lícito actuar con ciertas reservas, si es mejor amaestrar el corazón al ralentí, o de lo contrario es antinatural reprimirse y echar el freno de mano cuando te duele el alma de tanto sentir.
Cuando eres un chaval ingenuo la vida es una catarata por la que te asomas sin tener en cuenta el peligro en el que incurres. Entonces, cuando las aguas del río bajan revueltas, las armas de las que dispones para luchar contra ellas son vetustas y la pólvora está mojada. Y pasa que, cuando vienen mal dadas, luchas encarnecidamente con los escasos medios que posees. Vas desnudo, solo arropado por un par de hojas que esconden tus atributos, y armado con un tirachinas pueril. Solo esto tienes y una ingente ilusión. Mas no es suficiente cuando la tormenta arrecia amenazante, y al final las aguas turbulentas acaban engulléndote sin piedad.
Cuando creces recelas. Pierdes la ingenuidad que te avalaba antaño pero las armas que posees son demoledoras. Además ya no eliges el descenso del Amazonas para tus vacaciones sino que te conformas con un paseo en uno de esos patines playeros tan deleznables. Se pierde intensidad pero se gana en lucidez.
Esa es la verdad irrefutable, nos apelmazamos conciente o inconscientemente, y el chicle se reseca, cada vez cuesta más estirarlo, el placer es un beso de buenas noches y el dolor ya casi ni duele.
Entonces, queridísimo/a chaval/a, sientes el abrazo letal de la morralla, el beso del sueño que narcotiza y adormece tus sentidos hasta dejarlos sin función ni amnistía.Y es en ese momento, queridísimo/a chaval/a, cuando se produce el punto de inflexión en el que, aunque quizás tu no te des cuenta, te estás empezando a morir.

Este "adiós" no maquilla un "hasta luego",
este "nunca" no esconde un "ojalá".
Estas cenizas no juegan con fuego,
estas cenizas no miran para atrás.
Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré.
Guárdate el acuse de recibo,
esta vísperas son las de después.
A este ruido tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón podrido de latir.
Este pez ya no muere por tu boca,
este loco se va con otra boca.
Estos ojos no lloran más por ti.
Joaquín Sabina
"Nos sobran losmotivos"

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