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6/11/2011

RESACA


La resaca me envuelve y me fascina con sus encantos. Maldita ramera, me engatusaste de nuevo, por enésima vez, con tus néctares preciosos, con tus luces de neón. Aunque he de reconocer que siempre me dejo agasajar por tus labios, que me derrito cuando me seduces lentamente y me elevas a mi otra realidad paralela. Hasta que con la madrugada todo estalla y se apodera de mí ese temblor y luego la infinita oscuridad.

Y ahora vuelvo a estar sometido de nuevo a la tiranía de la debilidad, frágil como un recién nacido en una incubadora, como una amapola que supervive a la crueldad del duro invierno.

Todo sigue su curso, y todo tiene su causa-efecto, y no por más que lo sepa aprendo, y no por más leer este libro me canso de hacerlo, sin conseguir reinventar otro final más digno para mi personaje. Sé que quizás todo esto solo sea producto de mi imaginación, y que las sorpresas que me depare el destino hasta el día final probablemente sean dignas de ser esperadas con anhelo, pero en este sábado de tremenda resaca no consigo sudar emociones, ni construir castillos en el aire. No tengo fuerzas para edificar ilusiones.

Y esta autocompasión que tanto asco me produce a veces, hoy ha escalado sibilina por mi vientre y ha izado su bandera en mi pulmón. La siento y lo siento.

“Ruina y espina, polvo y herida”, retazos desperdigados por el espacio exterior, golpeados por el tsunami y abandonados a su suerte.

Ahora navego distraído entre líquido amniótico y he puesto un anuncio en el periódico para que alguien me indique por dónde debo empezar la reconstrucción de este rompecabezas vital si me han birlado el libro de instrucciones.

Bajaré a por el diario, a buscar respuestas y a que me de el aire….

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