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8/26/2010

AGUA Y HORIZONTE


Cuando Julia se despertó de madrugada notó la amarga ausencia que Nicolás había dejado en su cama. En su lugar encontró una nota en la que decía “adiós, que tengas suerte…….ah, y que era broma aquello de hasta la muerte”.
Julia, confundida y aletargada, se incorporó en el lecho conyugal, y lágrimas de desconsuelo empezaron a brotar de sus hermosos ojos color miel. Los últimos cinco años de su vida se sucedieron en su retina en apenas cinco segundos, como una versión cinematográfica de un best seller mal interpretada y pésimamente dirigida.

Después de la frustración más delirante llegó el vacío más atroz, el desahucio anímico y la desazón hiriente. Julia pasó días, quizás semanas o meses, postrada en la cama de la habitación, reteniendo y absorbiendo todos los perfumes que Nicolás había dejado como único alimento. Como único equipaje tenía su recuerdo.

Y sucedió que una mañana le despertó súbitamente el violento repiqueteo de la lluvia sobre la uralita que protegía las plantas que Julia cuidaba con tanto cariño en el pequeño balcón de la habitación. Decidió asomarse por primera vez en semanas, ya que el estruendo que organizaba el agua al chocar contra la protección era casi insoportable, y empezó a temer que la uralita cediera inevitablemente con consecuencias funestas.

Se asomó al balcón de su ático, y entre sus propios sollozos y la fuerte lluvia que apenas dejaba entrever sombras, creyó ver la figura de Nicolás en el portal. Supo entonces que aquello iba a ser demasiado duro, que no podría soportar el día a día en las calles, la cruel rutina que ofrece el tic tac del reloj que mide el paso del tiempo en el desamor, las noches sin dormir y los recuerdos dañinos en su sien, minuto a minuto, beso a beso. El horizonte sería el aliado perfecto para acabar con todo, horizonte que apenas dejaba atisbar el manto de agua

Cuando la ambulancia llegó ya era demasiado tarde. El médico solo pudo certificar la muerte por politraumatismo craneal y múltiples fracturas.

Oficialmente esa fue su muerte, nunca nadie sabrá que realmente fue una inmensa pena quién la mató.

3 comentarios:

Marinakis dijo...

No hay nada como las historias con final feliz.

Sigue así.

Naúfragos dijo...

la muerte a veces es una escapatoria, cobarde, pero escapatoria.. :D

Unknown dijo...

Juer...
Mueren todas!!!
;-)