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Una madrugada fría y tenebrosa de febrero se escondió la luna detrás de las negras nubes. Sigilosa y pérfida ideó un plan para que el sol no volviera a salir..... nunca más.
Han sido siglos y siglos de malsana envidia hacia el astro sol, y yo, la dama blanca, estoy dispuesta a ponerle fin, a acabar con la dictadura de sus rayos, una dictadura falsa y sectaria que cuenta con el beneplácito de la patética raza humana que siempre le hace carantoñas cuando se asoma resplandeciente, petulante él. Que idiota es un ser que se arriesga a ser a ser quemado, despellejado en las asfixiantes mañanas de verano de cualquier playa. Es deplorable verlos allí, vuelta y vuelta como un pollo a l'ast, escribiendo su final.
En cambio, ¡qué triste papel el mío!. Soy a diario testigo de asesinatos perniciosos, robos ostentosos, separaciones traumáticas y dramáticos suicidios. Con mi esbeltez y la luz que desprendo la gente osa dormir cuando yo gobierno, que falta de respeto, ¡qué atentado a la razón!
Pero después de siglos y siglos de ostracismo ahora el destino está a mi favor, el eterno eclipse solar está a punto de producirse, y la oscuridad será mi hiriente venganza. ¡Una oscuridad perpetua y total!
(Continuará)