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1/04/2009

Sobrevolando el Amor


¿Qué pasa con el amor cuando nos enamoramos?

Es vital tener en cuenta que nos encontramos ante un concepto abstracto, etéreo, incorpóreo. Demasiado complicado de definir, ¿no creen? Porqué, ¿a qué renunciamos o a qué debemos renunciar cuando caemos presos de este sentimiento? Se supone que una vez pasados los meses del denominado “enchochamiento”, los cuales no se deben tener en cuenta a la hora de realizar valoración alguna ya que son totalmente ilusorios (en una segunda parte se tratará si el amor ilusorio es el más gratificante de los amores) el amor pasa por una etapa de consolidación, donde es importante que las cosas se dejen claras para no tener sorpresas desagradables en un futuro.

Cuando digo “dejar las cosas claras” me refiero a marcar una línea divisoria que se encuentre entre la “confianza” y el “respeto”. Es importante, básico diría, que encontrar a una persona de la cual nos “enamoramos” suponga una aportación positiva a nuestras vida, algo que sume, que nos beneficie de una forma añadida, y que no “ensucie” ninguna de las facetas vitales que nos reconfortan, y que forman parte sin equanum de nuestra existencia, de aquello que nos hace feliz y nos ayuda a encontrar un equilibrio.

Es importante también dejar claro los límites de la confianza, que esto no suponga una pérdida de respeto, aunque sea en grado mínimo. No ceder en un principio a “chantajes emocionales” o a coacciones que coarten nuestro modus vivendi es una buena base para conseguir llevar una relación a buen término. Al menos las posibilidades de que eso suceda aumentan considerablemente.

Pero, ¿porqué enamorarse supone en multitud de ocasiones cegarse o distorsionar la realidad palmariamente? Para mi la respuesta es diáfana y absurda a la par. El miedo a estar solos nos aturde, nos lleva a la equivocación, a caer en los mismos errores una y otra vez, sin que, en muchas ocasiones, la experiencia acumulada sirva para resarcirse en relaciones venideras. No está socialmente bien visto llegar a una determinada edad sin pareja, existen presiones familiares, incluso sexuales, etc…. que si careces de la suficiente personalidad pueden inducir a graves errores, a veces definitivos.

Todo esto hace que me plantee también diversas preguntas. ¿Hasta donde estamos dispuestos a aguantar por “amor”?, y es más ¿qué queda del verdadero “amor” cuando se dan este tipo de situaciones? Nos auto engañamos diciendo que esto no es más que una crisis pasajera, que queremos a esa persona como jamás hemos querido a nadie, que todo pasará y volverá a imperar la razón y la calma. Pero esto no es así, lo sabemos, aunque lo queremos ignorar ello está latente. Las personas y su carácter inherente no cambian, por mucho que dejemos pasar el tiempo esperando un milagro. Los cuentos de princesas pasaron a mejor vida, y esto, señores, es la cruda realidad. Mastíquenla bien, no se les atragante.

Continuará….

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